viernes, 16 de junio de 2017

Transito caminos....


Transito caminos de tristezas, donde solo caben en mi mente 
todas las pasadas pérdidas. 
Me recuerdo, sonriente, vital, optimista... 
y ahora me veo oscura, triste, sin fuerza. 
A veces pienso que este estado será permanente y que me conducirá más rápido a la muerte, sin referirme a la muerte del cuerpo,sino a la peor muerte, la  de seguir respirando con la cabeza agachada y faltos de brillo los ojos. 

Transito por caminos de lágrimas secas, teniendo la sensación que todo lo que sabía se me olvidó, que toda la alegría se desvaneció.

Transito por caminos repletos de incertidumbre y con falta de fuerzas, donde la confianza y la autoestima eran mariposas que me abandonaron.

Transito por caminos que jamas creí poder transitar, aquellos días llenos de colores, de inocencia, de risas a boca muy abierta y carcajadas sonoras retumbando en los confines del mundo. 

Transito por caminos donde la vida me recuerda, que no tengo nada y que vamos perdiendo de todo; momentos, personas vivas y muertas, años, oportunidades...
y yo que un día pensé que nunca sentiría esto que hoy transita mis días. 

Un pájaro negro aletea sus alas delante de mi cara, 
dándome aire de esperanza,
vientos de cambio asoman por mi ventana...

-Noelia Mujer Elefante-


jueves, 8 de junio de 2017

Hay veces que hay que parar...







Hay veces que hay q parar, observar, cambiar de ritmo, desprenderse de la vorágine que gobierna nuestro tiempo y conquistar la quietud y el silencio.

Cuando paras, solo lo haces tú, tu alrededor está repleto de movimiento, todo sigue su curso. Es como cuando te pones en pie en un rio y empiezas a notar en tus pantorillas la fuerza de la corriente, pues antes tumbada boca para arriba simplemente fluia al mismo ritmo que el agua, yendo con ella sin percibir nada más que el dejarse llevar. Y ahora, aquí me levanto por unos segundos y siento esa fuerza de la corriente que me arrastra día  tras día, minuto a minuto y lo noto porque resisto.

Paso segundos, minutos de pie resistiendo, y me canso... decido tumbarme de nuevo, flotar y dejarme llevar...  en el frescor de las aguas del rio.

Cierro los ojos, los oidos tapados por el agua, y disfruto de la maravillosa sensación de que todo se hace sin hacer nada.

-Noelia Mujer Elefante-

jueves, 18 de mayo de 2017

ABRAZOS




ABRAZOS Y MÁS ABRAZOS


Abrazos y más abrazos,

abrazos puros, abrazos largos,

abrazos lentos, abrazos entrelazados.

Abrazos entre dos velos,

abrazos de colores e intensos,

abrazos de amor o abrazos sin más,

Yo ofrezco.

Abrazos y más abrazos,

a mis brazos el mundo entero.

Abrazos sin prisa, 

abrazos con calma,

abrazos de brisa

que el viento baila.


Abrazos de danza,

abrazos de poesía,

abrazos del alma,

abrazos de vida.

Abrazos y más abrazos,

abrazos de colores e intensos,

abrazos de amor, abrazos sin más,

Yo ofrezco…

-Noelia Mujer Elefante-

viernes, 31 de marzo de 2017

MALDITO ESCALÓN


Resultado de imagen de maldito escalon

"MALDITO ESCALÓN"

Como una espiral inmensa, me costaba ascender cada uno de sus peldaños, maldito escalón aquél que se encuentra más alto que mis posibilidades de alzar la pierna. 
Ya no, ya no llego, gracias a los años vividos, a los labios mordidos, a los pasos andados, ya no llego. No me arrepiento de nada, y ahora en el ocaso de mi vida lo que me sobra es tiempo. Los días están llenos de vacíos, de silencios, de ojos arrugados y temblor de manos. 
Poco a poco sigo ascendiendo,  a veces levanto mi pie,  lo elevo y tropiezo, y de nuevo tropiezo. Porque mientras hay vida, hay caídas y miradas infinitas. 
Los niños creen que he habitado este cuerpo arrugado y lento siempre, creen que nunca corrí con energía, que no escale montañas, que la ilusión, el amor y las sonrisas eran lo que me mantienen viva. Y ahora aquí me encuentro haciendo mi último ascenso, entre hilos de plata que envuelven mi alma, mis cabellos,  esos que un día volaron al viento, esos que un día se enredaron al hacer amores repletos de pasión y desenfreno, esos que un día acariciaron manos con mucho anhelo.  Aquí me quedo, he pensado que este escalón en lugar de subirlo, en él me siento, y aquí me quedo, observando otros ritmos, viendo ir y venir vidas, las de los otros, en el fin de mis días.

-Noelia Mujer Elefante-

jueves, 9 de marzo de 2017

La Recolectora de Té. Cuento.



LA RECOLECTORA DE TÉ

Katsina estaba en avanzado estado de preñez, su tez era de un precioso tono dorado y brillante, sus rasgos  exclamaban con alegría; soy poderosa, soy grandiosa, voy a ser madre. El brillo de sus redondos y negros ojos había hecho su primera aparición hacía 9 meses y de allí no se había movido ni un solo instante, aportándole una belleza  propia de la presencia celestial en la tierra.

Eran un grupo de 20 mujeres cada una estaba  en un lugar del campo y aislada en sus pensamientos. Las plantas de té  eran de la misma o más altura que las pequeñas recolectoras. Estas pequeñas mujeres hacían  lo mismo desde sus 9 años hasta el día de su muerte y puedo asegurar que en ninguna expresión de las más jóvenes y en ninguna arruga de las más viejas se asomaba la “rutina”. Pues aun haciendo lo mismo para ellas cada día, cada momento era diferente y lo bañaba algo nuevo.
Sus delgados dedos asían con suavidad y rapidez las hojas de té, iban almacenándolas dentro de sus manos, cuando las hojas se salían por los laterales de sus puños cerrados colocaban sus brazos hacia atrás y abriendo las manos las hojas de té caían, como el confeti en las fiestas,  dentro de la gran cesta de mimbre que portaban en la espalda.
Conforme avanzaban en su recolección se iban dirigiendo al centro del campo, para finalmente encontrarse en un círculo sagrado, ponían todas las cestas en el centro y ellas formaban la rueda alrededor, alzaban sus manos y miradas al cielo, agradeciendo la lluvia y el sol, se arrodillaban con un gesto reverencial  y besaban la tierra bendiciendo su poder y su fruto, cada una se colocaba de nuevo la cesta a su espalda y salían del campo en silencio. Así un día tras otro, y campo tras campo…

            La costumbre que tenían de empezar a recolectar desde los laterales del campo haciendo como un corro muy grande, permitía que cada una tuviera la sensación de que estaba sola en su trabajo. Lo único que las unía a las demás eran  sus voces; pues de repente la más anciana empezaba un ligero pero fuerte tarareo y poco a poco la unidad de las voces invadía el campo de té. Katsina era la única que debajo de la cesta de recolección llevaba otro cesto de mimbre, más oscuro, perfectamente encajado a la base que se sostenía con dos lazos de tela naranja en los laterales.
            Katsina aportaba al grupo su voz, mientras sus manos afanosas seguían la misma actividad, al mismo ritmo. De repente sintió una energía potente, que le bajaba desde su cabeza hasta la entrepierna, era como si algo de la tierra la estuviera atrayendo como un imán. Sintió que debía de parar un momento; se quitó la cesta de la espalda, separó el cesto de la base de la cesta de mimbre, se lo puso delante de ella en el suelo y le colocó una tela colorida y alegre. Mientras se acuclillaba, sintió de nuevo como el imán de la tierra que la atraía se volvía más potente. Saco de uno de los laterales de su vestimenta una pequeña piedra con filo, y su cántico se transformó; su voz ya no procedía del cielo, el tono alto se tornó un cántico profundo y primitivo. De nuevo el imán con una fuerza indescriptible la llevo a soltar el último grito, ese grito unió el cielo con la tierra, la muerte con el nacimiento, la luz con la oscuridad.
Fue un instante un instante corto y largo a la vez, hizo callar el cántico de todas las demás mujeres que habían seguido recolectando con naturalidad, y se hizo el silencio más hermoso…. y se oyó el llanto nuevo, el sonido de la nueva vida. Katsina corto el cordón amoratado que les unía todavía, y mientras sentía pequeños tirones de su vientre alumbró la placenta sobre la tierra, cogió a su pequeño, y le dedico una mirada y un cerrar de ojos dándole la bienvenida mientras en su boca se dibujada la sonrisa más aliviadora y tierna de su vida. Lo envolvió en la tela de múltiples colores y lo apoyo un instante en el cesto, se dispuso a hacer un hoyo en la tierra y allí enterró la placenta.
            Katsina se anudó con el pañuelo de colores a su hijo en la parte delantera, con sus pechos al aire para que el pequeño la oliera y comenzara a mamar, se colocó la cesta de mimbre a la espalda y siguió  quitándole las hojas a aquellas plantas que ofrecían sus frutos a las mujeres y las mujeres les recompensaban con el poder nutriente de sus placentas, un intercambio entre Madres y Tierra.

-Noelia Mujer Elefante-

martes, 28 de febrero de 2017

El árbol de las hojas locas. Cuento.




EL ÁRBOL DE LAS HOJAS LOCAS



Erase una vez un paisaje otoñal con su infinidad de tonos marrones, anaranjados y rojos, la suavidad de los colores,  las caricias de la lenta brisa resbalando en los rostros de todos los allí presentes, todos los que estábamos siendo testigos de tan grandioso espectáculo de la naturaleza.
En medio de ese majestuoso paisaje, regalo ofrecido por los magos más mágicos del universo, había un árbol llamado el árbol de las hojas locas. ¿Que porqué se llamaba así el árbol? Pues ahora mismito os lo cuento.
Poco a poco las hojas de sus ramas iban cayendo de diversas formas, algunas caían planas, con lentitud dejándose llevar por el viento, miraban sosegadamente donde era el mejor lugar para caer; en el agua, en la tierra, sobre una barca, aprovechaban el tiempo de caída para pensar y planear donde les gustaría llegar y mientras los minutos se transformaban en segundos eran posadas sin apenas tener tiempo donde finalmente el viento decidía, comprendían al instante que no habían tenido control sobre nada y que la próxima disfrutarían de dejarse fluir y del arte del instante el Aquí y el Ahora.
Otro tipo de hojas caían nerviosas, su tiempo pasaba rápido como su caída, mil volteretas para un lado, mil remolinos para el otro, sentían miedo de donde caer y sabían que todo acabaría, se ponían limites, no deseaban caer al agua y desaparecer del mundo mojadas, no deseaban caer en la tierra y terminar siendo pisadas, pues se sentían "muy importantes como para terminar de ese modo".  No aceptaban que su tiempo había pasado. Eran las hojas más infelices y secas del árbol.
Y por fin estaban las que eran llamadas las "hojas locas". Estas en su caída transmitían alegría, felicidad, liviandad, movimiento, fluidez. Disfrutaban de los soplidos del viento, eran saltarinas, reían en su caída dando 2 vueltas a la derecha, 2 piruetas a la izquierda, una acrobacia por aquí otra por allí, su caída de un baile se trataba.  Sabían y aceptaban que ya habían cumplido su función en el árbol y que tenían que dejarlo desnudo para dar paso a hojas nuevas y frescas que de nuevo adornaran el árbol como ellas lo habían hecho anteriormente.  Les entusiasmaba ese último momento y sobretodo no les importaba donde iban a caer, pues allá donde las ráfagas del destino las posasen ellas lo aceptarían con alegría y entusiasmo, sabían que “todo” “siempre” estaba “perfecto”…  seguirían formando parte del Todo.

martes, 7 de febrero de 2017

Para mí ya pasó




PARA MÍ YA PASÓ

Para mí ya paso el tiempo de las sonrisas para ocultar tristezas, 
de los "no pasa nada"  cuando me pasa todo, 
de secarme deprisa las lágrimas cuando se abre la puerta... 

Para mí ya pasó el tiempo de confundir la tristeza 
con la vulnerabilidad, 
de tener que vivir pudiendo con todo, 
sacrificando-me, escondiendo mi desazón...

Para mí ya paso disfrazar una depresión con fármacos convirtiéndome en un zombi 
sin sentido (de sentir).

Ahora, si no puedo... me paro.
Si no tengo ganas de sonreír... no lo hago.
Si mi sensación es dolorosa, me respeto y la grito, la canto, 
la danzo, la siento, la sano...

Para que mis sonrisas vuelvan a ser verdaderas y luminosas. 
Para que la luz vuelva a mi interior, 
para aprender de mi miseria...
Ahora, mis depresiones son oportunidades de cambio, 
de crecimiento...

Ahora... me siento... me respeto... me sano...

"De las miserias se aprende, se crece. De las sonrisas se disfruta"

-Noelia Mujer Elefante-

martes, 24 de enero de 2017

Regálame Flores


REGÁLAME FLORES

Regálame flores,
pero nunca las cortes.
Regálame instantes,
llenos de colores.

Regálame flores,
su tacto, su olor, su hogar.
Regálame el lugar exacto 
donde nacieron.

Regálame flores,
pero nunca las cortes.
Regálame valles y prados
 llenos de olores.

Regálame el tiempo de su infinita belleza 
grabado en mi retina.
Regálame flores al borde de un peñasco 
en el grandioso mar.

Regálame flores,
pero nunca las cortes.

-Noelia Mujer Elefante-

martes, 17 de enero de 2017

GRITOS VACÍOS

GRITOS VACÍOS...

            Inspiración: En una de las visitas a una de tantas residencias de ancianos

 Desde unos labios arrugados, un rostro viejo, desgastado, un cuerpo  pequeño y encorvado... salen gritos, gritos que caen al vacío.

Gritos, gritos que resuenan como ecos infinitos. 

Gritos, gritos que ya no oye nadie. 
Todos y el Todo se han ido, están acostumbrados a tanto grito, a siempre gritos...  
Ya nadie pregunta; ¿por qué esos gritos? ¿qué te sucede?
nadie pregunta, porque hace tiempo que la respuesta se perdió en memorias pasadas. 
 A pesar de que allí nadie los oía y a todos molestaba, yo me puse a escuchar, a escuchar con el fondo de mis oídos,  a sentir, a percibir que me decían esos alaridos que parecían que venían de lo más hondo de su desazón.
Gritos desgarradores, eran los gritos del infierno, de la miseria, del abandono,  del no querer estar ya por más tiempo aquí.
Gritos de opresión que agarran el alma y la hacen polvo, y no precisamente de estrellas. 
Gritos como cuchillos de doble filo que cortan alas arrancando la libertad del individuo por muy anciano que sea. 
Gritos sin lágrimas que te penetran y te hacen saltar las tuyas, y en ese preciso instante los ojos se llenan de agua... coges a esa personita entre tus brazos y la mirada fija y tierna en sus ojos hace nacer un arcoíris de sosiego.
Gritos vacíos.... que nadie escucha y todos somos responsables de ellos... quizás seas tú el que en tu vejez de gritos y nadie escuche.   
    Cuidemos con ternura a nuestros viejos, son nuestras raíces....

lunes, 16 de enero de 2017

DOWN




DOWN

Sentada en una salita minúscula, asientos viejos y de plástico,  las paredes blanco sucio.  El lugar está habitado por un frío estéril, curioso pues aquí todas las que esperamos estamos embarazadas.
Si al amor se le hubiera ocurrido entrar por la puerta no sería bien recibido, lo hubieran matado de cuajo,  por eso decidió colarse por las rendijas de una persiana bajada aportando a tanta frialdad puntitos amarillos que yo quise que fueran estrellas...
La enfermera me llamó por mi nombre completo, una mujer más  pequeñita que yo, pero sólo en estatura, pelo corto y teñido de rubio, con gafas de cerca sobre su nariz que para mirarme tenía que hacer el sobre esfuerzo de levantar  sus ojos por encima de ellas, apareciendo en ella un rostro como de sorpresa, los ojos bien abiertos, las cejas levantadas...
- Tienes que ir a laboratorio a hacerte la analítica y luego volver aquí a la eco. -dijo muy metida en su papel-.
- No. No me voy a hacer la prueba.
- ¿Cómo?. ¿Sabes lo que estás diciendo?. Esa prueba es importante para saber las probabilidades del feto de tener por ejemplo un Síndrome de Down. - Se quedó mirándome por encima de sus gafas todavía más metida en su papel que antes y ahora además ofendida. -
- Sí. Se perfectamente lo que estoy diciendo. No voy a hacerme la prueba. -dije totalmente serena y segura de mi intención.-
- Y ¿por qué? -dijo mientras respiraba profundamente, como si estuviera perdiendo la poca paciencia que le quedaba, al mismo tiempo que se quitaba las gafas de su nariz para llevar la patilla a su boca y tener algo que morder.-
- Pues porque si los resultados de la prueba dieran un alto porcentaje de probabilidad de que mi hij@ fuera Down, además de vivir un embarazado angustioso, pues solo se trata de una probabilidad, no abortaría.
- Tú no sabes lo que dices. -dijo con un tono enfadado en el que pude apreciar matices de tristeza, desamparo, que ella había solo podido drenar a través del malhumor y la rabia.-
Entonces estiró todo lo que pudo su columna vertebral y creció dos palmos, con la barbilla también un tanto alzada, tenía un claro objetivo estar por encima de mí, lo que ella desconocía es que mi objetivo era quedarme a su misma altura, pues nunca me ha gustado ni sostener a nadie encima de mi lomo ni lo contrario. Y dijo contundentemente;

- Tengo un hijo que es Down y no se lo doy a pasar a nadie, ojala en mi época de embarazo hubiera existido esta prueba. Sigo pensando que no sabes lo que haces.
- No tengo ningún hijo Down, ni familiares cercanos, pero tuve la posibilidad de relacionarme con ellos y te voy a contar una historia;
" Yo tenía 18 años y ayudaba a mi padre en su empresa, trabajaba con una Nissan Vanette repartiendo productos de limpieza,    garrafas de 5 y 25 L.
Uno de nuestros clientes era el Centro La Misericordia, que se dividía en dos centros uno de estudiantes "normales" y otro de estudiantes "anormales"...
Para poder descargar en la parte del edificio de los "normales", tenía que ir sorteando piernas y adolescentes mientras intentaba subir una larguísima escalera, perdiendo el equilibrio a cada paso, pues las garrafas pesaban más que yo. Adolescentes, como yo en aquellos momentos, que muchos ni siquiera me veían, aunque me miraban, sus rostros simplemente se limitaban a dibujar una sonrisa que decía a gritos; "mírala pobrecilla no puede"... pero nunca, repito nunca nadie movió ni un dedo, yo nunca pedí que me cogieran mi carga, pues ese era mi trabajo y lo había elegido así pero en esa ocasión simplemente encoger un pierna demasiado estirada obstaculizando mi camino hubiera sido suficiente para facilitarme la labor.
Al terminar en este centro de "normales", cogía de nuevo la furgoneta y me dirigía simplemente 100metros más allá, allí aparcaba en la puerta del Centro de "anormales", bajaba de la furgoneta y me encontraba con un chico de unos 20 años con Síndrome de Down, que mirando hacia los jardines del centro gritaba para hacerse escuchar por todos; "Vamoooosss que hay que ayudar a la chica a descargar....", y aparecían algunos entre quejas y otros con entusiasmo natural una tropa de 7 y en un viaje teníamos descargada la furgoneta, yo con una sonrisa en el corazón y un abrazo de los de verdad a cada uno les agradecía su ayuda.
Me gustaba ir a este Centro en último lugar pues me dejaba mejor sabor de boca e iba feliz toda la jornada; humildad, sencillez, naturalidad, normalidad, felicidad, agradecimiento, amor incondicional y puro.
Los Down hacen falta en este mundo  para recordarnos a los "normales" la sencillez del sentir cotidiano. Esos seres vienen a bajar egos, a dibujar sonrisas, a cambiar creencias y aptitudes, a amar.... de verdad.

-Noelia Mujer Elefante-

jueves, 12 de enero de 2017

ENTRE LUCES Y SOMBRAS


ENTRE LUCES Y SOMBRAS

Entre luces y sombras se debate mi vida, yo en el centro, entre dos mundos, siempre, entre dos posibilidades que me limitan a vivir mi vida solo desde el 50%. 
Luz---Sombra
Bien---Mal
Si---No
Y así, limitada, dando vida a una forma de caminar por la Tierra que trae más sufrimientos que placeres. 

Dedico una parte de mi precioso tiempo a la alfarería, de la cual he aprendido que con una mano solo, empujando solo hacia un lado no puede crear belleza, en cambio si las dos manos, los dos extremos entran en comunión, dialogan, se sustentan, cuando uno empuja el otro soporta y amortigua, y viceversa, si uno de los dos empuja mas fuerte, todo se rompe, cuando se unen para el objetivo a lograr, subir el barro y crear algo bello. 
Entonces, solo entonces sucede el milagro. 

Eso aplicado a mi caminar, aprendo que ni luz, ni sombra, ni bien, ni mal, ni si, ni no... acepto las dos, aprendo a danzar desde el centro con los dos polos y entonces vivo placeres y desaparecen limites.  

- Noelia Mujer Elefante-

lunes, 9 de enero de 2017

BIENVENID@S




BIENVENID@S

Una de las cosas que más amo es escribir, lo llevo haciendo desde mis 10 años de edad, me iba a la playa, sola en el camping donde pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia, miraba el mar, ensimismada. Sintiéndome pequeña ante tanta grandeza de color turquesa, empezaban a brotar los versos en mi cabeza. 
Así, año tras año, me fui haciendo amante de las letras, 
mis mejores compañeras, las palabras. 
Ahora a mis 41 años, puedo decir que amo escribir, porque amo expresar, puedo decir que much@s se han emocionado con mis textos y poemas. Siendo sus lágrimas de desbloqueo la mejor forma de pagar mi tiempo, el tiempo invertido en este placer, que es el escrito. 
Puedo decir también que muchos de mis escritos, cuando con el tiempo los releo me cuesta creer que yo los he creado, me sirven como enseñanzas ejemplares a poner en practica, por eso muchas veces pienso que creo que escribo para el resto cuando en el fondo solo lo hago para mi. 
Pero yo desde mi Ser más profundo decido compartirlo con el mundo.