martes, 24 de enero de 2017

Regálame Flores


REGÁLAME FLORES

Regálame flores,
pero nunca las cortes.
Regálame instantes,
llenos de colores.

Regálame flores,
su tacto, su olor, su hogar.
Regálame el lugar exacto 
donde nacieron.

Regálame flores,
pero nunca las cortes.
Regálame valles y prados
 llenos de olores.

Regálame el tiempo de su infinita belleza 
grabado en mi retina.
Regálame flores al borde de un peñasco 
en el grandioso mar.

Regálame flores,
pero nunca las cortes.

-Noelia Mujer Elefante-

martes, 17 de enero de 2017

GRITOS VACÍOS

GRITOS VACÍOS...

            Inspiración: En una de las visitas a una de tantas residencias de ancianos

 Desde unos labios arrugados, un rostro viejo, desgastado, un cuerpo  pequeño y encorvado... salen gritos, gritos que caen al vacío.

Gritos, gritos que resuenan como ecos infinitos. 

Gritos, gritos que ya no oye nadie. 
Todos y el Todo se han ido, están acostumbrados a tanto grito, a siempre gritos...  
Ya nadie pregunta; ¿por qué esos gritos? ¿qué te sucede?
nadie pregunta, porque hace tiempo que la respuesta se perdió en memorias pasadas. 
 A pesar de que allí nadie los oía y a todos molestaba, yo me puse a escuchar, a escuchar con el fondo de mis oídos,  a sentir, a percibir que me decían esos alaridos que parecían que venían de lo más hondo de su desazón.
Gritos desgarradores, eran los gritos del infierno, de la miseria, del abandono,  del no querer estar ya por más tiempo aquí.
Gritos de opresión que agarran el alma y la hacen polvo, y no precisamente de estrellas. 
Gritos como cuchillos de doble filo que cortan alas arrancando la libertad del individuo por muy anciano que sea. 
Gritos sin lágrimas que te penetran y te hacen saltar las tuyas, y en ese preciso instante los ojos se llenan de agua... coges a esa personita entre tus brazos y la mirada fija y tierna en sus ojos hace nacer un arcoíris de sosiego.
Gritos vacíos.... que nadie escucha y todos somos responsables de ellos... quizás seas tú el que en tu vejez de gritos y nadie escuche.   
    Cuidemos con ternura a nuestros viejos, son nuestras raíces....

lunes, 16 de enero de 2017

DOWN




DOWN

Sentada en una salita minúscula, asientos viejos y de plástico,  las paredes blanco sucio.  El lugar está habitado por un frío estéril, curioso pues aquí todas las que esperamos estamos embarazadas.
Si al amor se le hubiera ocurrido entrar por la puerta no sería bien recibido, lo hubieran matado de cuajo,  por eso decidió colarse por las rendijas de una persiana bajada aportando a tanta frialdad puntitos amarillos que yo quise que fueran estrellas...
La enfermera me llamó por mi nombre completo, una mujer más  pequeñita que yo, pero sólo en estatura, pelo corto y teñido de rubio, con gafas de cerca sobre su nariz que para mirarme tenía que hacer el sobre esfuerzo de levantar  sus ojos por encima de ellas, apareciendo en ella un rostro como de sorpresa, los ojos bien abiertos, las cejas levantadas...
- Tienes que ir a laboratorio a hacerte la analítica y luego volver aquí a la eco. -dijo muy metida en su papel-.
- No. No me voy a hacer la prueba.
- ¿Cómo?. ¿Sabes lo que estás diciendo?. Esa prueba es importante para saber las probabilidades del feto de tener por ejemplo un Síndrome de Down. - Se quedó mirándome por encima de sus gafas todavía más metida en su papel que antes y ahora además ofendida. -
- Sí. Se perfectamente lo que estoy diciendo. No voy a hacerme la prueba. -dije totalmente serena y segura de mi intención.-
- Y ¿por qué? -dijo mientras respiraba profundamente, como si estuviera perdiendo la poca paciencia que le quedaba, al mismo tiempo que se quitaba las gafas de su nariz para llevar la patilla a su boca y tener algo que morder.-
- Pues porque si los resultados de la prueba dieran un alto porcentaje de probabilidad de que mi hij@ fuera Down, además de vivir un embarazado angustioso, pues solo se trata de una probabilidad, no abortaría.
- Tú no sabes lo que dices. -dijo con un tono enfadado en el que pude apreciar matices de tristeza, desamparo, que ella había solo podido drenar a través del malhumor y la rabia.-
Entonces estiró todo lo que pudo su columna vertebral y creció dos palmos, con la barbilla también un tanto alzada, tenía un claro objetivo estar por encima de mí, lo que ella desconocía es que mi objetivo era quedarme a su misma altura, pues nunca me ha gustado ni sostener a nadie encima de mi lomo ni lo contrario. Y dijo contundentemente;

- Tengo un hijo que es Down y no se lo doy a pasar a nadie, ojala en mi época de embarazo hubiera existido esta prueba. Sigo pensando que no sabes lo que haces.
- No tengo ningún hijo Down, ni familiares cercanos, pero tuve la posibilidad de relacionarme con ellos y te voy a contar una historia;
" Yo tenía 18 años y ayudaba a mi padre en su empresa, trabajaba con una Nissan Vanette repartiendo productos de limpieza,    garrafas de 5 y 25 L.
Uno de nuestros clientes era el Centro La Misericordia, que se dividía en dos centros uno de estudiantes "normales" y otro de estudiantes "anormales"...
Para poder descargar en la parte del edificio de los "normales", tenía que ir sorteando piernas y adolescentes mientras intentaba subir una larguísima escalera, perdiendo el equilibrio a cada paso, pues las garrafas pesaban más que yo. Adolescentes, como yo en aquellos momentos, que muchos ni siquiera me veían, aunque me miraban, sus rostros simplemente se limitaban a dibujar una sonrisa que decía a gritos; "mírala pobrecilla no puede"... pero nunca, repito nunca nadie movió ni un dedo, yo nunca pedí que me cogieran mi carga, pues ese era mi trabajo y lo había elegido así pero en esa ocasión simplemente encoger un pierna demasiado estirada obstaculizando mi camino hubiera sido suficiente para facilitarme la labor.
Al terminar en este centro de "normales", cogía de nuevo la furgoneta y me dirigía simplemente 100metros más allá, allí aparcaba en la puerta del Centro de "anormales", bajaba de la furgoneta y me encontraba con un chico de unos 20 años con Síndrome de Down, que mirando hacia los jardines del centro gritaba para hacerse escuchar por todos; "Vamoooosss que hay que ayudar a la chica a descargar....", y aparecían algunos entre quejas y otros con entusiasmo natural una tropa de 7 y en un viaje teníamos descargada la furgoneta, yo con una sonrisa en el corazón y un abrazo de los de verdad a cada uno les agradecía su ayuda.
Me gustaba ir a este Centro en último lugar pues me dejaba mejor sabor de boca e iba feliz toda la jornada; humildad, sencillez, naturalidad, normalidad, felicidad, agradecimiento, amor incondicional y puro.
Los Down hacen falta en este mundo  para recordarnos a los "normales" la sencillez del sentir cotidiano. Esos seres vienen a bajar egos, a dibujar sonrisas, a cambiar creencias y aptitudes, a amar.... de verdad.

-Noelia Mujer Elefante-

jueves, 12 de enero de 2017

ENTRE LUCES Y SOMBRAS


ENTRE LUCES Y SOMBRAS

Entre luces y sombras se debate mi vida, yo en el centro, entre dos mundos, siempre, entre dos posibilidades que me limitan a vivir mi vida solo desde el 50%. 
Luz---Sombra
Bien---Mal
Si---No
Y así, limitada, dando vida a una forma de caminar por la Tierra que trae más sufrimientos que placeres. 

Dedico una parte de mi precioso tiempo a la alfarería, de la cual he aprendido que con una mano solo, empujando solo hacia un lado no puede crear belleza, en cambio si las dos manos, los dos extremos entran en comunión, dialogan, se sustentan, cuando uno empuja el otro soporta y amortigua, y viceversa, si uno de los dos empuja mas fuerte, todo se rompe, cuando se unen para el objetivo a lograr, subir el barro y crear algo bello. 
Entonces, solo entonces sucede el milagro. 

Eso aplicado a mi caminar, aprendo que ni luz, ni sombra, ni bien, ni mal, ni si, ni no... acepto las dos, aprendo a danzar desde el centro con los dos polos y entonces vivo placeres y desaparecen limites.  

- Noelia Mujer Elefante-

lunes, 9 de enero de 2017

BIENVENID@S




BIENVENID@S

Una de las cosas que más amo es escribir, lo llevo haciendo desde mis 10 años de edad, me iba a la playa, sola en el camping donde pasé toda mi infancia y parte de mi adolescencia, miraba el mar, ensimismada. Sintiéndome pequeña ante tanta grandeza de color turquesa, empezaban a brotar los versos en mi cabeza. 
Así, año tras año, me fui haciendo amante de las letras, 
mis mejores compañeras, las palabras. 
Ahora a mis 41 años, puedo decir que amo escribir, porque amo expresar, puedo decir que much@s se han emocionado con mis textos y poemas. Siendo sus lágrimas de desbloqueo la mejor forma de pagar mi tiempo, el tiempo invertido en este placer, que es el escrito. 
Puedo decir también que muchos de mis escritos, cuando con el tiempo los releo me cuesta creer que yo los he creado, me sirven como enseñanzas ejemplares a poner en practica, por eso muchas veces pienso que creo que escribo para el resto cuando en el fondo solo lo hago para mi. 
Pero yo desde mi Ser más profundo decido compartirlo con el mundo.