En estos días todo cobra un nuevo sentido, las relaciones, las necesidades, etc... siento que todo está a flor de piel, si miro hacia dentro me encuentro con la tranquilidad y la calma que me habitan.
Todo mi mundo está entre estas cuatro paredes, me recuerda a mi adolescencia cuando me creía salvada, protegida e intocable en cuanto cerraba la puerta de mi habitación y dejaba de escuchar las broncas de mi padre. Cerraba la puerta y entraba de lleno en mi mundo, un mundo que construía yo a mi manera, con mis normas y mis ritmos.
Ahora encerrada con mi marido, mi hija y mis dos gatos en nuestra casa, también construimos nuestro mundo, con nuestras normas y nuestros ritmos. Ahora los horarios no nos los ponen los de fuera, los gestionamos nosotros, ahora nuestro ritmo, la velocidad a la que hacemos las cosas la decidimos nosotros, decidimos el como y el cuando de cada acción. Es curioso que haciendo ahora esta reflexión me doy cuenta de que "creo" haber perdido libertad solo por el hecho de estar encerrada y no poder salir a mi antojo, pero la realidad es que he ganado libertad en muchos actos de mi vida. Quizás lo que haya ganado es solo la libertad de disponer de tiempo.
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